Cuentos de lluvia y de luna, de Ueda Akinari

Cuentos de lluvia y de luna (Ugetsu Monogatari, 1776) es uno de los mejores exponentes del género fantástico japonés. Su autor, Ueda Akinari (1734-1809), fue también autor de otra famosa colección de relatos, Cuentos de la lluvia de primavera (Harusame Monogatari, 1808), recientemente publicada por Satori. Cuentos de lluvia y de luna es un libro de espíritus y demonios, de transformaciones y apariciones espectrales, impulsadas siempre por una pasión desenfrenada, un sufrimiento intolerable o la necesidad de cumplir con una promesa o ejercer una venganza. La editorial madrileña Trotta nos brinda la oportunidad de leer este apasionante libro en la traducción de Kazuya Sakai, que ha anotado profusamente el texto y escrito un amplio y profundo estudio preliminar.

El primer relato, «Shiramine», es uno de los más complejos de todo el libro, debido a la riqueza de sus referencias históricas. Tiene como protagonista al famoso poeta-monje Saigyō (1118-1190), que en uno de sus viajes visitó el mausoleo del emperador Sutoku en el monte Shiramine. Durante su piadosa velada nocturna, el monje recibirá la visita del espectro del monarca, que aún después de muerto presume de su poder para influir nefastamente en la suerte de sus enemigos. El escandalizado monje, que le predica sin demasiado éxito los preceptos budistas más acordes a su condición de finado, deberá escuchar una atormentada lección de historia y realpolitik. «Cita en el día del crisantemo» se considera uno de los cuentos más logrados del libro, aunque sólo desde la óptica de un samurai resulte verosímil adoptar un recurso tan extremo para cumplir con una cita. Un tributo a la constancia que deja tras de sí un suicidio y un asesinato. A los lectores que conozcan la obra de Lafcadio Hearn quizás les interese saber que el cuento fue recogido en A Japanese Miscellany (1901) bajo el título de «Of a Promise Kept». «La cabaña entre las cañas esparcidas» es un emocionante relato en torno a la figura de la mujer abandonada, al que no resta patetismo el hecho de que el alejamiento prolongado del esposo (siete años) sea involuntario. En un contexto de guerra, desórdenes políticos y miseria (magistralmente evocados por el autor), el reencuentro de la pareja sólo será posible en el terreno de los sueños o la experiencia sobrenatural. La escena del regreso nocturno del esposo (la cabaña que fue su hogar todavía ofrece un resquicio de luz en medio de los campos asolados) es realmente conmovedora. «Carpas como las soñadas» cuenta la fantástica aventura del monje Kogi, famoso pintor y amante de los peces, que durante un largo sueño se ve metamorfoseado en una carpa. Retornado a su condición humana, todavía tiene tiempo de poner sobre aviso a quienes están a punto de comerse el pez que le sirvió de huésped, hondamente asombrados con la narración de los detalles de su captura y trinchado. Un relato con ribetes de humor que fue también adaptado libremente por Hearn («The Story of Kogi the Priest»). Como tema secundario, la fantástica creencia de que algunos dibujos magistrales pueden cobrar vida independiente y abandonar el lienzo (como en «The Story of Kwashin Koji», recogida por el mismo Hearn). En «Buppōsō» se narra la experiencia sobrenatural de dos peregrinos obligados a pernoctar al raso en el santuario budista del monte Kōya. Acunados por el canto del misterioso pájaro Buppōsō, padre e hijo se ven sorprendidos por la aparición espectral de un famoso señor de otros tiempos, Toyotomi Hidetsugu, que pena su crueldad acompañado de un séquito de guerreros y sirvientes. El aterrorizado peregrino deberá distraer al temible caudillo recitándole un haiku de su invención, que será luego completado (hasta formar un tanka) por un poeta del séquito fantasmal. El título del siguiente relato, «El caldero de Kibitsu», alude a una ceremonia japonesa de adivinación, que en el caso particular de Sotaro e Isoda anuncia un desastroso himeneo: el lascivo Sotaro se marcha con una cortesana y su esposa muere de pena tras sufrir en silencio las humillaciones derivadas de su abandono. Pero el férreo código de conducta que impide a la mujer oponerse en vida a las abusos de su esposo queda derogado con la muerte, y la difunta Isoda se transformará en un sanguinario demonio sediento de venganza. «La impura pasión de una serpiente» es una historia con cierta semejanza a la que inspira el poema Lamia de Keats. Manago y Maroya son dos serpientes diabólicas atraídas por la belleza del protagonista, Toyowo, al que intentan seducir adoptando la apariencia de una bellísima viuda y su joven criada. La intervención casual de un anciano clarividente, que pone en evidencia su verdadera identidad, interrumpe bruscamente el idilio y las jovenes desaparecen. Los ulteriores intentos de las dos mujeres-serpientes para reconquistar al aterrorizado Toyowo fracasan, y el joven no ve otro camino para librarse de ellas que solicitar los servicios de un monje budista. Cuando Manago, convencida al fin de que su amor es rechazado, descubra además que su antiguo amante prentende aniquilarla, reaccionará transformándose en una terrorífica serpiente. Se cierra el libro con «El capuchón azul», un breve y contundente relato de terror. Una vez más, una pasión desmedida e ilícita es responsable de una monstruosa transformación: un anciano monje, prendado de su joven neófito, sufre tras su repentina muerte una perniciosa obsesión que lo convierte en una bestia necrófaga. Un maestro zen, que recorría casualmente la zona, intenta calmar al enloquecido monje instándole a meditar sobre un poema. La escena final, en la que, transcurrido un año, el maestro retorna al monasterio abandonado y golpea con su bastón al monje enloquecido (que todavía sigue recitando los versos que le encomendó, convertido ya en cadáver), alcanza altas cotas de horror.

Reseña de Manuel Fernández Labrada

«El maestro zen lo miró detenidamente; luego, empuñando el bastón, gritó: «¡Qué pasa, pues!», asestándole un feroz golpe en la cabeza; la figura se disipó como el hielo bajo el sol de la mañana, y sobre las hierbas sólo quedaron los huesos del monje y el capuchón azul». (traducción de Kazuya Sakai)

Acerca de Manuel Fernández Labrada

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2 respuestas a Cuentos de lluvia y de luna, de Ueda Akinari

  1. Violeta dijo:

    Pues nada. Otro libro que añadir a mi lista de lecturas pendientes 🙂

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