Derborence, de Charles-Ferdinand Ramuz

Cuando el diablo juega a los bolos en el borde del glaciar, la vida de los que están debajo pende solo de un delgado hilo… Y así será para los habitantes de Derborence, un pastizal suizo de alta montaña emplazado en lo más agreste del Pays de Vaud. Rodeado de elevados crestones rocosos, Derborence permanece cubierto de nieve durante la mayor parte del año, sometido a las más duras condiciones climáticas. Solo durante los cortos meses del verano alpino, un reducido número de pastores osa reinstalarse con sus vacas en los abandonados chalets, a fin de aprovechar los pingües pastos de temporada. Entonces se produce la catástrofe, iniciándose la formidable peripecia de Antoine Pont, que sobrevive enterrado durante meses…

Charles-Ferdinand Ramuz (1878-1947) es uno más de tantos escritores caídos en el olvido, no obstante sus indudables méritos y los halagüeños pronósticos de sus contemporáneos. La edición que nos ofrece Nortesur de Derborence (1934) solo puede calificarse de ejemplar, en todos los sentidos: edición, traducción y documentación excepcional; una magnífica ocasión para acercarnos a una de las obras más representativas de un escritor suizo en lengua francesa que hizo de la difícil vida montañesa de su país un universo literario particular.

Para escribir esta novela su autor se documentó, al parecer, en una catástrofe natural ocurrida en el siglo XVIII. Pero no nos engañemos, en Derborence Ramuz reescribe una vez más «su novela», y quien lea Cumbres de espanto (1926) no dejará de apreciar la gran similitud que guardan los dos relatos. Frente a la inmensidad de la montaña, el hombre parece reducirse a un insignificante punto en el paisaje, casi invisible (es esta una perspectiva recurrente en ambas novelas). La montaña no es para Ramuz, desde luego, un locus amoenus, sino una madre cruel, bella hasta cortar el aliento, pero de una belleza teñida de espanto: un contraste abrumador, tanto como las verticales paredes rocosas que se levantan sobre Derborence. Un puñado de hombres y mujeres, prisioneros de la ignorancia y la pobreza, se esfuerzan por sobrevivir en un medio hostil, conservando los valores humanos de dignidad y lealtad. De todo esto brota la enorme fuerza del relato, en el que hallaremos descripciones de gran belleza y evocaciones de un encendido lirismo, que contrastan con la aparente tosquedad de los diálogos (no hay psicologías individuales). Se dibuja así el alma rústica de sus protagonistas:  tanto el hombre como la montaña tienen sus aristas… Desaparecida de la noche a la mañana bajo toneladas de roca, Deborence accede, gracias a Ramuz, a la categoría de mito, configurando una imagen más de ese paraíso perdido que alimenta el desilusionado sueño de los hombres.

La edición que nos ofrece Nortesur de Derborence cuenta con la traducción de Marta Pino Moreno, y viene acompañada de una documentación de gran interés: postfacio, cronología del autor, y una bibliografía completísima y razonada, elaborada toda ella por Déborah Puig-Pey Stiefel.

De las obras de Ramuz vertidas al castellano, Le grande peur dans la montagne (1926) ha sido la más afortunada (la única traducida en España con anterioridad a su muerte). Reeditada en 1988 por Montesinos (como El gran miedo en la montaña), cuenta también con ediciones anteriores, como la de Rotativa (Cumbres de espanto, 1970), que todavía es fácil ver rodando por las librerías de saldo. En Cumbres de espanto el cataclismo que asola el pastizal maldito se conjuga con una serie de accidentes encadenados y una epizootia, hasta alcanzar un desenlace de proporciones casi apocalípticas.

Reseña de Manuel Fernández Labrada

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